En términos generales el diseño formal de nuestras acciones formativas, se puede dividir en una serie de fases o etapas:

1. Recopilación de información. Es la etapa previa y donde se buscará toda la información necesaria para generar el curso. Básicamente y en nuestro caso la información procede de nuestros propios recursos y experiencia en el campo de la certificación, adaptando esa información a la realidad geográfica y cultural de los destinatarios.

2. Análisis previo . Aquí se analiza el tipo de alumno al que se dirigirá el curso (edad, formación, experiencia, etc).

3. Planteamiento de objetivos. Este punto es fundamental y para nosotros es la base del proceso. Aquí se fijan las metas del proceso de enseñanza-aprendizaje y sobre ellas se desarrollará todo el curso, es decir, el contenido, las actividades que se deben desarrollar, el tipo de evaluación y la forma en que se llevarán a cabo las tutorías. Estos objetivos deberán estar definidos de forma general para todo el curso o grandes bloques de información, y de manera específica para cubrir aspectos más puntuales.

4. Desarrollo del contenido . En esta etapa, se plantea la estructura del curso de forma tal que se pueda ir profundizando en el contenido. Aquí se decide cuál es la información “troncal”del curso y qué aspectos pueden considerarse como apoyo o extensión de esa información inicial, dependiendo sobre todo del tipo de modalidad en la que se esté trabajando. En este apartado es importante tener en cuenta el tiempo que durará el curso para definir la extensión del contenido. Finalmente, tenemos en cuenta al diseñar el contenido de un curso  en la posibilidad de ser un recurso reusable, es decir, que un módulo de información se conciba como una unidad completa con contenidos, actividades y evaluaciones y que pueda ser utilizada como parte de otro curso sobre el mismo tema.

5. Actividades de aprendizaje. Al igual que el contenido, las actividades deben ir de la mano de los objetivos que nos planteamos inicialmente y estar pensadas sobre la base de qué y cómo aprenden los alumnos más que sobre qué y cómo enseñan los profesores. Debe evitarse que el alumno sea un mero espectador de la información permitiéndole participar, contrastar su opinión con la del resto de sus compañeros, compartir sus experiencias, aplicar lo que aprende en proyectos y trabajos colaborativos y cooperativos. Así mismo, cada actividad debe estar planificada en el tiempo y perfectamente definida en cuanto a los períodos de ejecución, el formato de entrega, la extensión de los trabajos, etc.

6. Evaluación del curso. En esta ultima fase vamos a evaluar los aprendizajes de los alumnos en función de los objetivos planteados, definiendo la forma y los recursos mas convenientes para hacerlo y el/los momento/s en que ha de hacerse. En esencia se trata de definir y desarrollar: ¿qué evaluar?,¿cómo evaluar? y ¿cuándo evaluar?